11 de mayo de 2013

Prejuicios Populistas

"Digo ego, tu dicis, sed denique dixit et ille:
Dictaque post toties, nil nisi dicta vides"

(Arthur Schopenhauer)


Los prejuicios generales pueden también usarse como autoridad. La mayoria de la gente piensa con Aristóteles, "las cosas que parecen justas a muchos decimos que lo son".
De hecho, no existe ninguna opinión, por absurda que sea, que los hombres no lancen a hacerla propia apenas se ha llegado a convencerlos que tal opinión es universalmente aceptada. El ejemplo vale tanto para opiniones como para su conducta. Son ovejas que van detrás del carnero guía adondequiera que las lleve. Les resulta más fácil morir que pensar.
Es extraño que la universialidad de una opinión tenga para ellos tanto peso, pues les basta observarse a sí mismos para constatar cómo se aceptan opiniones sin juicio y solo en virtud del ejemplo. Pero, en realidad, no lo ven porque están desprovistos de todo conocimiento de autoreflexión. [...]
Lo que se llama opinión general se reduce, si lo examinamos bien, a la opinión de dos o tres personas [...] Entonces descubriríamos que fueron dos o tres quienes por primera vez asumieron y afirmaron, y que se fue tan benévolo con ellos que se creyó que lo habían examinado a fondo; prejuzgando la competencia de estos, otros aceptaron igualmente esta opinión y a estos creyeron a su vez a muchos otros a quienes la pereza mental los empujaba a creer de golpe antes de tomarse la molestia de examinar las cosas con rigor.[...]
Los demás, para no pasar por espíritus inquietos que se rebelan contra opiniones universalmente aceptadas y por sabidillos que quieren ser más listos que el mundo entero, fueron obligados a admitir lo que ya todo el mundo aceptaba. En este punto, la aprobación se convierte en un deber. En adelante, los pocos que son capaces de sentido crítico estarán obligados a callar y solo pueden hablar aquellos que, del todo incapaces de tener opinión y jucio propios, no son más que el eco de las opiniones ajenas. Y además son los defensores más apasionados e intransigentes de esas opiniones.
En suma, son muy pocos los que piensan, pero todos quieren tener opiniones. ¿Y qué otra cosa les queda más que tomarlas de otros en lugar de formárselas por su propia cuenta?

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